El más grave problema del metro de Madrid es su falta de viajeros suficientes para hacerlo mínimamente sostenible. Este problema deriva de un crecimiento sobre bases populistas, hecho sin la planificación adecuada, que llevó a la apertura de nuevas estaciones sin que estuvieran justificadas por las previsiones de uso por los ciudadanos de Madrid, pero sí por razones electoralistas que beneficiaban al PP. Hubiera sido mucho más razonable haber optado por otros sistemas de transporte que hubieran costado menos y hubieran sido más eficaces. Ahora, para poder reducir el gasto en el metro por los despilfarros pasados, han subido precios, descendido en el mantenimiento del metro y rebajado la calidad del servicio. Esta es una prueba de la mala gestión del PP y de sus políticas clientelares y populistas, que además en muchos casos han favorecido descaradamente ha empresas privadas como en los casi inútiles trenes ligeros (tranvías) que van a Boadilla y demás. 

A nuestro juicio una política responsable del Metro pasa por los siguiente: 1) una auditoria completa del servicio para conocer con exactitud su situación; 2) favorecer el uso de las líneas que tienen más frecuencia de viajeros con un mantenimiento impecable y mayores frecuencias; 2) estudiar qué hacer con las líneas que no tienen casi uso, para evitar que sean un lastre y lograr mejorar su utilización; 3) favorecer el uso del transporte público con reducciones de precios para desempleados y gratuidad para los menores de 10 años, al menos, como hay en otros países europeos, como el Reino Unido; 4) integrar más adecuadamente los sistemas de transporte público, incluyendo las bicicletas; 5) renegociar los ruinosos contratos de los trenes ligeros, como el de Boadilla para que la Comunidad deje de palmar dinero en beneficio privado; 6) mejorar la gestión y la planificación con análisis de coste-beneficio, nivel de usuarios, etc. Hay que acabar con una gestión electoralista del metro, como del resto de servicios públicos. 7) Gestión del tráfico privado para favorecer el público, incrementando el número de viajeros, reduciendo costes, etc.

Evidentemente, hay muchas más cosas qué hacer, pero al menos empezaría por éstas, para lograr que el centro sean los ciudadanos.