Pregunta para Senado
Soy Rachel y a raíz de un accidente de tráfico desarrollé dolor neuropático. ¿Por qué es tan difícil que a las personas que más lo necesitamos y que lo pasamos realmente mal con nuestra enfermedad nos den la incapacidad absoluta?
Hola, me llamo Rachel, tengo 45 años y sufro dolor neuropático. Todo empezó en 2013, cuando llevaba tres meses viviendo en Nueva York y, de repente, tuve un gravísimo accidente de tráfico. Esto me provocó fracturas graves por todo el cuerpo y estuve tres meses inconsciente en el hospital. Durante este período me realizaron más de 20 cirugías por todo el cuerpo, incluso en la cara.
Cuando desperté no entendía nada la situación y esto supuso un shock muy fuerte en mí. Fueron tres meses muy intensos, de mucha incertidumbre, sobre todo, para mi familia que no sabía si saldría con vida o no de aquel hospital. La suerte que tuve es que di con un equipo médico especializado y gracias a ellos a día de hoy sigo teniendo las piernas, ya que en muchas ocasiones, aquí en España, me han dicho que me las hubieran tenido que amputar.
Empecé la rehabilitación e intenté por todos los medios posibles conseguir los recursos para pagar las terapias y para poder volver a hacer vida normal. La rehabilitación era muy dura, tenía que aprender otra vez a hablar, a andar, a mover las manos, etc.. Cuando pasó un año y me encontré en condiciones de viajar, decidí volver a España y desde entonces, llevo tratando el dolor neuropático que he desarrollado aquí, junto a mi familia.
En España, recetan los medicamentos para el dolor con mucho menos control que en EEUU y eso me da mucho respeto porque siempre estoy medicada. No obstante, es la única manera que tengo de calmar el dolor. Durante este proceso he desarrollado otras enfermedades como son la fibromialgia, poliartrosis y fatiga crónica, cosa que hace que haya días que no me pueda levantar de la cama.
Tuve que cerrar la tienda que tenía y en la que trabajaba aquí en España y también supuso un duro golpe en mi vida. Porque a parte de ser el método que tenía para sustentarme también era mi pasión, a la que le había dedicado mucho tiempo y mucho amor. A día de hoy, tengo un taller online de scrap en instagram (@gargamellscrap), donde hago pedidos e intento de esta manera rentabilizar mi pasión y poder conseguir recursos para poder seguir hacia delante a pesar de mi enfermedad.
A pesar de todo esto, el Tribunal Médico se niega a concederme la incapacidad absoluta para trabajar. He luchado mucho por conseguirla, pero ni siquiera llevando todos los informes de mi historial médico, donde están certificadas estas enfermedades, me permiten dejar de trabajar. Además, durante los últimos años, con motivo del dolor y la consecuente pérdida de vida social, he sido diagnosticada con depresión aguda y ansiedad, dato que deberían tener muy en cuenta.
Tampoco se me ha facilitado ninguna ayuda para mi dependencia. Hay días que no puedo levantarme de la cama, vestirme o hacerme la comida porque no tengo fuerzas. Siempre tengo a mis padres que me ayudan con todo, sin embargo, debería tener algún apoyo por parte de las administraciones públicas.
Todos los que padecemos dolor neuropático tenemos una historia muy dura detrás. ¿Por qué es tan difícil que a las personas que más lo necesitamos y que lo pasamos realmente mal con nuestra enfermedad nos den la incapacidad absoluta? ¿Por qué no ponen más recursos a disposición de las personas dependientes que no pueden llevar a cabo tareas de la vida cotidiana?