Me llamo Raquel, soy de Sevilla y actualmente vivo en Inglaterra. Cuando tenía 14 años, me apunté en una plataforma online para aprender inglés. Un chico me escribió por si quería hacer una llamada con él y así practicar un poco, y le dije que sí sin ningún problema.

Cuando me llamó, vi que lo hacía a través de videollamada, cuando yo no tenía ninguna cámara, así que me sorprendió un poco. Cuando acepté la llamada, vi el pene del chico, que se estaba masturbando. Estaba con un portátil que compartía con toda mi familia y en el salón. Por suerte en aquel momento no había nadie, pero aun así fue una situación muy incómoda. Colgué rápidamente y bloqueé a esa persona.

Aparte de esta experiencia, también he tenido otras como recibir vídeos y fotos de penes. Pero lo que me ha ocurrido más veces ha sido que me hablaran por el chat amablemente, yo seguir la conversación y, al cabo de un rato, me pidieran una foto de mis pechos para “ayudarles”. Esto me ha pasado, como mínimo, unas 10 veces. Lo peor de todo es que en todas ellas yo era menor de edad, y ellos lo sabían. Esto significa que, si hubiera enviado alguna foto, habría sido pornografía infantil.

Por suerte, siempre que me encontré con alguna situación así, no decía ni hacía nada y bloqueaba, y se quedaba en eso. Sin embargo, me habría gustado que en aquel momento hubiéramos tenido más información sobre el ciberacoso sexual, para conocer los peligros que nos podíamos encontrar en redes y saber cómo actuar.

Es por ello que quiero pedir a las instituciones que desde los colegios, empezando en 1º de la ESO o incluso antes, se den más charlas para concienciar a los y las adolescentes sobre el ciberacoso sexual. Necesitamos que, por un lado, se prevenga este tipo de acoso entre los más jóvenes y, por otro lado, que las posibles víctimas tengan el conocimiento y las herramientas para afrontarlo si se encuentran en esta situación.