La educación es la política que en mayor medida contribuye a la igualdad de oportunidades, el acceso a una educación de calidad para toda la población debe ser una prioridad de cualquier gobierno.

En lo que se refiere a política educativa hay dos grandes áreas de trabajo. Por una parte la que podríamos llamar organizativa o logística que tiene que ver con los recursos: presupuesto, gestión de los centros escolares, profesorado, formación, infraestructuras, apoyo a necesidades especiales, etc. Y por otra el tipo de educación que queremos. El debate debería comenzar por responder a la pregunta ¿para qué queremos la educación? ¿Queremos producir mano de obra según las necesidades del mercado o personas con capacidad de desarrollo personal, social y laboral?

Este debate tiene a su vez dos cuestiones: qué enseñamos (currículo escolar) y cómo lo enseñamos (didáctica). En ambas cuestiones España está a la cola de las tendencias más innovadoras en la educación, y seguimos privilegiando contenidos en vez de competencias, y seguimos enseñando y no dejando que aprendan. En nuestros curriculos están ausentes competencias claves para el siglo XXI como el pensamiento crítico, la competencia ambiental o la científica; y las metodologías didácticas innovadoras brillan por su ausencia en aulas sobrecargadas, con profesorado saturado de horas y unos curriculos estrictos que apenas dejan margen para la innovación.