Me llamo Santi y vivo en un pueblo pequeño de Toledo. Cuando tenía 18 años, yo era un chico con una vida completamente “normal”. Por aquél entonces, estaba estudiando química, salía con amigos, etc. Una noche, estando de fiesta, recibí un golpe derivado de una pelea. Después de un rato corto, empecé a ver borroso, me sentía mareado, etc. Evidentemente, de entrada, achaqué los síntomas al golpe y, a lo mejor, a la bebida, pero al día siguiente me desperté y los síntomas persistían.

Acudí al hospital y allí, después de realizarme algunas pruebas, me informaron de que tenía un tumor en el cerebro. Me operaron y todo fue bien. Aun así, después de dos semanas de haber recibido el alta, empecé a padecer un dolor de cabeza severo. Había desarrollado una infección derivada de la operación y padecí una hidrocefalia que me dejó en coma durante 12 meses. Los médicos que me controlaban, de entrada, no creyeron que fuera a vivir más de 15 días debido a la incidencia de la afección, pero sobreviví y después de un año, desperté. 

Estuve 18 meses en total en el hospital y, finalmente, recibí el alta. Entre otras cosas, cuando volví a casa, decidí apuntarme en una escuela de idiomas y pude comprobar que a nivel cognitivo estaba bien, así que decidí apuntarme a la universidad. Hace aproximadamente un mes, que me gradué como psicólogo. Lidio con algunas limitaciones físicas, pero para nada las vivo como un impedimento. 

Durante el largo proceso de recuperación derivado de la afección mencionada y de la época en coma, me percaté de que hay mucha gente que se siente forzada a abandonar procesos de curación, de tratamiento o de rehabilitación porque no pueden sostener el hecho de acudir al hospital o a los centros especializados por su propio pie a menudo, por ejemplo, o porque no pueden pagar cada día un parquin.

Considero que existe una clara necesidad de revisar los casos uno a uno y ver cómo se puede ayudar a nivel económico y logístico para prevenir este abandono. Yo, personalmente, tengo la suerte de tener una red de apoyo tanto familiar como de amigos que me han ayudado siempre tanto en el ámbito económico como con los traslados al hospital, pero he dado con mucha gente que no se lo puede permitir. 

Es por lo planteado que me dirijo a las Cortes de Castilla-La Mancha, para que revisen mi petición y me respondan: ¿Por qué no se invierte en garantizar que todo el mundo pueda acudir al hospital para recibir tratamiento, curas o rehabilitación?