Mi nombre es Sergio. Tengo 22 años y sufro de ludopatía, un mal que aqueja a muchos jóvenes y que, por no darle la importancia debida, dejamos que avance sin dificultad.

Sin saberlo, mi martirio comenzó a los 16 años. Con unos amigos entrábamos a jugar en los locales de apuestos de mi pueblo. Hacía apuestas de poco riesgo, de entre 1 o 2 euros, pero ya desde allí podía sentir la adrenalina de poder multiplicar mi dinero.

A finales de 2019, ya con 19 años y mi primer trabajo, asigne parte de mi salario a las apuestas online. Así, poco a poco, fue creciendo cada vez mi prioridad por los juegos en mi vida personal y financiera.

Pasaban los meses y yo iba apostando cada vez más y más, perdiendo todo y tratando de recuperarlo. Cuando se acercaba el día de cobrar mi salario, me sentía mejor, porque sabía que de nuevo podría apostarlo y tener esa subida de adrenalina. Lamentablemente, esto solo era momentáneo y, luego de volver a perder, sentía episodios de ansiedad y no quería salir de casa.

Con mis relaciones sociales también fue duro. Me daba vergüenza decir que no tenía dinero para una reunión, un cumpleaños o una fiesta. Me lo había gastado todo. Uno de los episodios que más me marcó fue cuando me gasté el dinero que tenía reservado para un viaje con mi pareja. Al final se lo tuve que contar y pedirle ayuda a un amigo para poder hacer ese viaje. Ella me ayudó mucho también, pero, al finalizar la relación volví al juego.

En junio pasado, llegué a jugarme el dinero que tenía reservado para el alquiler de mi piso. Los siguientes meses fueron de una inestabilidad terrible, luchando por sobrevivir con lo poco que me quedaba. No logré recuperar lo que había perdido y finalmente tuve que admitir que tenía un problema con mis padres.

NO PRESTAN ATENCIÓN A ESTE TEMA

Evidentemente, no pensé que iba a llegar a este límite. El tema de la ludopatía no está lo suficientemente vista, y es porque la salud mental sigue estando en último lugar a la hora de hablar de vida sana. La ludopatía también es una condición, como la adicción o el alcoholismo: todo termina perjudicándonos.

Al día de hoy, luego de haber publicado mi testimonio en redes sociales, pude conocer que existen muchas personas que la están pasando mucho peor, que se han puesto en juego la vida por esa satisfacción momentánea de la apuesta.

Exhibo mi caso y mi historia para poner en evidencia la poca importancia que le damos a la salud mental y las patologías que aparecen ante la ausencia de esta. Existe todavía un estigma cuando una persona quiere buscar ayuda, y es por eso que mucha gente no se atreve a decirlo. Puede ser cansado, pero lo cuento con muchas fuerzas para salir adelante y conocer historias de otras personas que viven lo mismo.

Junto a Osoigo, me he propuesto visibilizar esta enfermedad y buscar información para las pacientes que lo necesitan. Pido vuestra ayuda, pues si obtenemos los apoyos requeridos los políticos darán una respuesta en la web de Osoigo. Para poder sumarte a esta campaña, haz click en "APOYAR" y llena el formulario, o apoya a través de tu cuenta de Facebook. Todo suma para hacer llegar esta petición a las personas correctas.