Con 18 años sufrí abusos por parte de un fotógrafo. Tiempo después he descubierto que no fui la única. ¿Cómo puede ser que este tipo de personas queden impunes?
Conocí a este fotógrafo cuando tenía solo 18 años. Él fue quien se interesó por mi perfil y se ofreció a hacerme una sesión de fotos. Siempre he tenido interés por la fotografía de desnudo artístico y él me hizo pensar que esa sería una buena forma de introducirme en ese mundo. Además, parecía muy amable y profesional así que acepté.
Quedamos en tener una primera toma de contacto en una cafetería para hablar de como se realizarían las fotos, pero una vez allí insistió en que fuera a su casa para hacer una primera prueba con ropa. Para mi sorpresa cuando llegamos al piso él tenía un contrato preparado esperándome en el que cedía mis derechos de imagen para que él pudiera hacer uso de esas fotos supuestamente para su trayectoria profesional.
Durante la sesión él insistió en que me fuera quitando prendas de ropa. Fue acercándose poco a poco hasta el punto de incomodarme mucho y acabó abusando de mí. Salí de allí en cuanto pude, aunque él intentó retenerme. Me decía que tenía que cumplir lo acordado y quedarme hasta que terminara el carrete (utilizaba una cámara antigua y después revelaba las fotos). Le tuve que prometer que volveríamos a quedar para que me dejara marcharme.
Salí de allí dispuesta a poner una denuncia, pero cuando llegué a la comisaría los agentes no le supieron dar a mi caso la importancia que tenía y acabé sintiendo que mi denuncia no valdría para nada así que finalmente me fui pensando en que hacía lo mejor para mí y mi salud mental.
Años después decidí investigar y descubrí que había muchas más chicas que habían pasado por lo mismo que yo. Incluso chicas menores y de diferentes países. Este hombre era un violador de manual.
Finalmente conseguimos unir fuerzas con una denuncia conjunta, pero él sigue estando libre y es un peligro para todas aquellas chicas que se crucen en su camino. La justicia alega que no puede hacer nada ya que se marchó del país, solo pueden esperar a que vuelva para cogerlo. Mientras tanto, nosotras seguimos enfrentándonos al calvario que supone relatar una historia de abusos o violaciones una y otra vez delante del juez, el fiscal, la policía, el psicólogo forense…
En definitiva, el proceso judicial es algo muy tedioso y traumático, el psicólogo tiene poco peso y los trabajadores no tienen ninguna formación sobre cómo tratar a las víctimas, por lo que muchas de ellas deciden abandonar en el proceso por la carga y el peso que supone.
Necesitamos que haya más psicólogos en el procedimiento y que los agentes que tienen la primera toma de contacto con las víctimas tengan las herramientas suficientes para poder tratarlas sin hacerles sentir incómodas, juzgadas o incluso culpables.
Somos muchas las chicas que hemos tenido que pasar por esto. Merecemos una atención adecuada y que se haga justicia para que no vuelva a ocurrir. Por eso lanzo esta petición a las instituciones para que tomen cartas en el asunto. No podemos dejar que este criminal siga en libertad. Firma para hacer justicia.