Mi nombre es Silvia, soy de Guinea y llegué a Barcelona cuando tenía trece años, por lo que estudié parte de mi educación secundaria y bachillerato en España. Durante esos años viví incontables casos de acoso escolar por ser negra, desde humillaciones a insultos racistas e incluso dos agresiones físicas que me llevaron a defenderme por mí misma en el tercer intento.

Recuerdo ser la única persona que no era blanca en clase, por lo que los profesores y todo el sistema educativo pretendían que me olvidara completamente de quien era y dejara atrás de un día para otro mi cultura y mis costumbres.

Casi todas las situaciones que se vivían dentro del aula eran una excusa para vejarme, mandarme a mi país o compararme con una mierda. Esto viene motivado por la educación que se adquiere desde bien pequeños, en la que se presenta a la gente negra como esclavos en lugar de esclavizados, a África como a un país en lugar de un continente…. Es algo que hay que cambiar.

Mi hijo tiene cuatro años, por lo que dentro de dos cursos empezará la educación primaria. No quiero que tenga que vivir situaciones parecidas a las que yo presencié. El otro día en el parque un niño le llegó a prohibir a su hermano pequeño jugar con él porque “no le dejaba jugar con negros”. El chaval racista no llegaría a los 5 años, ¿qué clase de educación se les da a nuestros hijos, cuándo va a cambiar esto?.

Quiero dirigir esta campaña a los políticos del Parlament de Cataluña para preguntar cuándo se van a tomar medidas para educar en diversidad cultural y étnica teniendo en cuenta a todos los alumnos que conforman las clases para evitar situaciones de acoso escolar y corregir el racismo desde la infancia.

En Barcelona conviven más de 170 nacionalidades, la diversidad debe ser tenida en cuenta a la hora de educar a los jóvenes que crecen para impulsar la tolerancia y el desarrollo de la sociedad.

Aún recuerdo como muchos profesores me forzaban a mirarles a los ojos aunque en mi país eso es una total falta de respeto y forma parte de mi cultura y costumbre no hacerlo, algo que no me impide escuchar a la persona que me está hablando. Debemos educar en integridad y entendiendo que los orígenes de cada uno no son un impedimento para la armonía, tratar de imponerlos es un grave error.

El acoso escolar no es una cosa de niños, es el reflejo de una educación fallida y puede tener consecuencias muy graves, como secuelas psicológicas de por vida o incluso llegar al suicidio. Debemos educar para que el color de piel, la orientación sexual ni cualquier otra característica de una persona sean motivo de burla.