Pregunta para Congreso de los diputados

Las personas supervivientes de suicidio nos hemos visto desamparadas por un sistema sociosanitario que no supo atendernos correctamente. ¡Son necesarios protocolos y campañas de concienciación eficaces para la prevención del suicidio!

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Silvia Llopis Pregunta de Silvia Llopis

Mi nombre es Silvia (@silkia83) tengo 41 años y soy una superviviente en primera persona de mi propio suicidio en el 2016. Con esta campaña, y a través de mi testimonio, quiero reivindicar y exponer la necesidad de visibilizar el suicidio y de atender correctamente desde el ámbito sanitario y social aquellas personas que se vean afectadas por él y se encuentren en riesgo. 


Al suicidio se llega por múltiples factores, que pueden ser por motivos sociales, económicos, emocionales o de salud. El suicido es el final de un sufrimiento inimaginable que una persona no puede llegar a gestionar, tratar, entender, explicar o solucionar. En mi caso fueron diferentes cuestiones personales, emocionales y profesionales que fueron dañando mi autoestima e hicieron que me odiara a mí misma. Mi mente fue mi peor enemiga. Al principio, decidí callar y oculté mi tristeza y vacío existencial tras una enorme sonrisa. Porque ni mi entorno ni los médicos  me entendieron. De este modo decidí a hacer como si no pasara nada y actuar con normalidad. 


Con el tiempo la situación no mejoraba. Y mi cuerpo empezó a mostrar ataques de ansiedad. Ahí empecé a ser tratada con medicación muy potente sin un diagnóstico definido por parte de los médicos, todo se agudizó y empecé a sufrir ataques de pánico recurrentes. Es cuando empecé a distorsionar la realidad, fui perdiendo mi personalidad y esencia. Siendo tratada por la sanidad pública y privada, parar mejorar y curarme. En aquella época, mi sufrimiento era tal que no quería seguir viviendo con mi depresión, que en esos momentos no entendí. Para escaparme de esto, tuve varios intentos de suicidio y fue entonces cuando me empezaron a ingresar y aislarme de mi entorno en hospitales psiquiátricos. Esta experiencia fue dura. Nos mezclaban con personas de todo tipo con diferentes enfermedades mentales, con trastornos adicticos y ancianos con demencias, debo confesar que el trato era indigno, humillante y nada adecuado. Nos juntaban a todos en centros escondidos socialmente y sanitariamente estratégicamente. Fue allí donde perdí el sentido de mi vida. Mi familia me quería ayudar y lo intentaban como podían, pero no estaban preparados, ni les ayudaban o daban herramientas para gestionar la situación des de ningún ámbito sanitario o social. Pero lo peor fueron los profesionales y especializados, ya que no me entendían ni atendían adecuadamente, jamás encontraron ningún diagnóstico. Solo era ir modificando la medicación. Tampoco te informan que la propia medicación como efecto secundario produce y agudiza los pensamientos suicidas. 
 

Estuve así hasta que llegó el día en el que quise acabar con mi sufrimiento. Porque el suicido es el triste desenlace de mi sufrimiento. Yo me suicidé el 26 de julio de 2016. Tomé salfumán y me quedé con secuelas permanentes. Estoy reconstruida por dentro con parte de mis tejidos y algunos órganos, no tengo estómago, ni cuerdas vocales, laringe, ni faringe. Llevo una prótesis en los pulmones y una traquetomia permanente para poder respirar que no me permite hablar. Ahora soy una mujer discapacitada.  

Tras ocho años de sufrimiento y de una intensa lucha, después de superar barreras mentales y físicas, he decidido hablar de esto con la naturalidad que merece. El suicidio es la tercera causa de muerte no natural y la primera de los jóvenes de hoy en día.  

Es por ello, que desde aquí y a través de todas las demás acciones reivindicativas en las que participo e intento promover, quiero incidir en la importancia de que todos entendamos qué es el suicido, qué puede llevar a alguien a ello y cómo lo podemos llegar a evitar con nuestro esfuerzo. Un esfuerzo que no depende solo de uno mismo, sino que es indispensable trabajarlo desde las instituciones y, concretamente, desde la Sanidad Pública y socialmente, a todos los niveles.  

Faltan recursos y protocolos adecuados desde la sanidad y a todos los servicios que intervienen en estos casos.  Para que no todo se acabe resumiendo únicamente en medicación e ingresos hospitalarios. Necesitamos que nos entiendan y atiendan con conocimiento y empatía.  

Quienes sufrimos o hemos tenido momentos de vulnerabilidad o riesgo y debido a problemas de salud mental mayoritariamente, en algún momento nos hemos sentido juzgados, incomprendidos y estigmatizados por la sociedad, nuestro entorno, y desgraciadamente aislados y marginados por el sistema sanitario. Por eso, deseo romper barreras y mi silencio para que nadie sienta vergüenza de su sufrimiento y para que la sociedad nos responda, nos atienda y se trabaje desde las instituciones por una prevención real y eficaz. 

A través de mi terrible experiencia e historia, deseo que el suicido no sea el triste final de un sufrimiento que podemos sanar, entender y curar. Debemos trabajar en ello para darle visibilidad y hacer desaparecer su tabú y estigma. Que las personas puedan volver a ver el sentido de sus vidas, aceptar las situaciones y si es posible curarlas.  

Pido desde aquí el máximo apoyo y difusión posible a esta campaña. ¡Gracias a todos!  


Autores de la fotografía de portada: 
Sergi Ortiz: @jordiotix 
Manu Mitru: @manu_mitru 

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