La violencia simbólica contra las mujeres está normalizada en la sociedad. FIRMA para erradicar esta violencia que deriva a una sociedad machista.

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Me llamo Sofia, tengo 23 años, y vivo en Zaragoza.

Siempre me ha gustado el mundo de la moda por lo que el año pasado, con 22 años, decidí apuntarme a una agencia de modelaje. Siempre he considerado que tu forma de vestir puede llegar a expresar emociones o incluso tu personalidad, desde siempre he sentido atracción por la moda, pero no por su estructura. No fue una experiencia agradable, ya que sentí que muchos fotógrafos me intimidaban con sus comentarios sexistas hacia mí. En más de una ocasión intentaban ligar conmigo, o ejercían presión y manipulación para que me hiciesen fotos en ropa interior o de desnudo, sexualizando constantemente el cuerpo de la mujer. En otra ocasión en una sesión de fotografía me dijeron “maquíllate porque se notan tus marcas de acné en las fotografías”. Sin duda, decidí alejarme de ese mundo porque si hubiese seguido en él habría terminado acomplejándome. 

Vivimos en una sociedad donde las mujeres estamos sometidas a una perfección constante. Debemos tener cuerpos perfectos, tenemos que estar siempre guapas. El cuerpo de la mujer se sigue cosificando, sexualizándolo, como consecuencia de los estereotipos de género implantados en la sociedad y de todas las etiquetas asignadas a las mujeres sobre lo que debe de ser la feminidad. Y este tipo de comportamientos hacia las mujeres se considera una violencia simbólica, es decir, este tipo de violencia se utiliza para describir una relación social donde el “dominador”, en este caso el patriarcado, ejerce un modo de violencia indirecta y no físicamente directa en contra de los “dominados”, en nuestra sociedad sobre las mujeres. Esta violencia está interiorizada y naturalizada hasta el punto de que creemos que las cosas “siempre fueron así” y, por lo tanto, nuestros valores y lugares dentro de la sociedad serían no solo incuestionables, sino también inmutables.

Esta violencia simbólica hacia las mujeres, a su vez, origina que siga existiendo actitudes micromachistas que acaban derivando en actitudes machistas, y estos comportamientos machistas, a su vez, acabaran derivando en violencia contra las mujeres, como la violencia de género, la cual, también he sufrido. A los 18 años comencé mi relación con mi agresor. Después de varios años de relación, de maltrato psicológico y de humillación, yo a mi misma no me reconocía como víctima de violencia de género, hasta que, al estar estudiando Trabajo Social, en una de las asignaturas comencé a darme cuenta de que algo no estaba funcionando en mi relación. Mi experiencia como víctima de violencia de género y la justicia no ha sido muy buena, porque no me han creído y me han cuestionado sin tomarme enserio debido a que estoy bajo tratamiento psicológico de todas las secuelas emocionales vividas durante mi relación de maltrato. 

Es por ello por lo que me dirijo a las instituciones para pedir que haya más educación real y efectiva de igualdad desde edades muy tempranas, porque algo no estamos haciendo bien, ya que cada vez se ejerce violencia contra las mujeres a una edad más temprana. Educar en igualdad, donde el respeto sea la base, es fundamental para construir sociedades libres de violencia de género. Con 23 años tengo miedo de salir de fiesta porque con el aumento de violaciones no me siento segura, por ello, creo que es necesario educar desde edades muy tempranas para no repetir patrones y estereotipos. Además, también considero que se debe de reformar la ley sobre Violencia de Género, porque en muchas ocasiones la justicia sigue sin creernos. 

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