Me llamo Susana y mi madre convive con un cáncer de ovario desde hace cuatros años. Tras su diagnóstico, decidí realizar un curso de coaching y especializarme en oncología.

A los 69 años, Esperanza, mi madre, empezó a encontrarse mal, a perder el apetito y a adelgazar mucho. Acudimos al médico en varias ocasiones, quien achacaba los síntomas a una gastritis u otra enfermedad común. Al cabo de un año y medio, aproximadamente, le diagnosticaron un cáncer de ovario con mal pronóstico.

El primer paso sería operarla, pero un día antes de la intervención le dio un pequeño ictus, por lo que tuvieron que aplazarla. Empezaron a administrarle quimioterapia, dividida en 6 ciclos administrados cada 21 días y, a continuación, la operaron.

Parecía que la cirugía había sido un éxito y que a simple vista no había quedado nada, pero a los 15 días sufrió una isquemia de colon que la dejó destrozada. La ingresaron durante un mes y medio y, una vez recuperada, recibió otros seis ciclos de quimioterapia.

Cuando finalizó este último tratamiento le hicieron un TAC, cuyos resultados no fueron buenos, y nos confirmaron que, desde ese momento, la única opción era seguir con tratamientos paliativos. Por ello, a día de hoy mi madre sigue recibiendo quimioterapia.

A lo largo de este proceso he sido testigo de la falta de acompañamiento que sufren los pacientes oncológicos para sobrellevar su enfermedad de la mejor manera posible. Entre otras carencias, destaco de manera especial el prácticamente inexistente apoyo piscológico, poniendo como ejemplo el hospital en el que se trata mi madre, dónde únicamente hay una psicooncóloga para todo el centro que no puede dedicar el tiempo suficiente a cada consulta. Por ello, viendo esto decidí especializarme en coaching oncológico, con el objetivo de poder acompañar, desde mi experiencia, a las personas que están atravesando, o viviendo de cerca esta enfermedad.

Ahora, con esta iniciativa pido al Parlament de Catalunya que destine más recursos a la investigación del cáncer, de cara a mejorar su diagnóstico precoz y tratamiento; y al acompañamiento psicológico de los pacientes y familiares, pues las situaciones a las que se enfrentan son, en muchas ocasiones, difíciles de gestionar.