Mi nombre es Tamara, tengo 31 años y he tenido y tengo todavía algo de ansiedad y depresión. Antes de la pandemia, empecé a sufrir de ansiedad lo que se me agravó a raíz del confinamiento y todo lo que vino después. Vivía sola, con mi perrita Pin, cuando nos tuvimos que confinar.  Fue muy duro. Y retrasé acudir a los profesionales por el estigma que rodea a las enfermedades mentales y porque durante muchos años vi a mi madre medicada por la depresión. No osbtante, ahora entiendo que no pasa nada por acudir a profesionales, cuanto antes, mejor. Ya que ellos son los que te pueden ayudar.

La depresión es un tema tabú al que hay que dar visibilidad. Nadie niega que la pandemia es un problema de salud pública y todos debemos ser responsables de evitar los contagios. Pero las consecuencias de la pandemia también son de relevancia. En octubre, la OMS publicó un informe donde señaló que la crisis por la covid 19 ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental críticos en el 93% de los países del mundo. 

En mayo, uno de cada cinco personas presentaba síntomas de depresión debido a la crisis del coronavirus. Hemos empezado un nuevo año y todavía no somos libres. Entiendo que la contención del es lo primordial pero les pido que reconozcan la importancia que también tiene la salud mental. Si la mente no funciona, nada más puede funcionar. 

Hay que hablar más de salud metal y los políticos tienen que tener en cuenta este aspecto a la hora de establecer normas restrictivas que en muchos casos no sirven para mucho. 

Por eso me dirijo a ustedes, ¿qué políticas van a llevar a cabo para paliar las consecuencias de la pandemia en la salud mental de los ciudadanos? ¿son conscientes del problema?

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