Me llamo Tania y vivo en Madrid. El año pasado, durante una revisión ginecológica rutinaria, mi ginecóloga privada consideró que como tenía 40 años debía someterme a mi primera mamografía. La prueba en cuestión sirvió para que me detectaran una pequeña masa en el pecho que medía, aproximadamente, 2 mm. Automáticamente, me hicieron una biopsia y un seguido de pruebas diagnóstico hasta que determinaron que se trataba de un cáncer de mama.

Después de unas cuatro semanas de recibir el diagnóstico, me sometí a una intervención quirúrgica conservadora. Después, recibí cuatro ciclos de quimioterapia y 15 sesiones de radioterapia. En estos momentos y desde hace unos cinco meses, estoy tomando tratamiento hormonal y me hacen revisiones de control cada tres meses. Tanto el diagnóstico como el proceso de enfermedad y de post-enfermedad lo he llevado y lo llevo mediante el servicio privado.

Es verdad que la Seguridad Social cubre los tratamientos farmacológicos imprescindibles para curar la enfermedad, pero hay muchos productos que forman parte del contexto de enfermedad y del contexto de los tratamientos que son muy caros y que las pacientes oncológicas necesitamos usar. Yo tuve que comprar medicamentos para que no me bajaran las plaquetas, pastillas, cremas dermatológicas, etc. En este sentido, teniendo en cuenta que son productos que necesitamos y que no podemos obviar, quiero plantear a las instituciones: ¿Por qué no se revisa cuáles son los productos para tratar el contexto de enfermedad que cubre económicamente la seguridad social?

También quiero plantear el hecho de que es muy importante que se apueste por incluir, en el protocolo, el asesoramiento deportivo durante el proceso de enfermedad teniendo en cuenta los beneficios del mismo sobre los tratamientos, así como la figura del fisioterapeuta. El último es imprescindible teniendo en cuenta los efectos secundarios que conllevan las intervenciones quirúrgicas a las que nos sometemos, así como los efectos secundarios de los tratamientos basados en dolores musculares y de huesos. 

Finalmente, quiero incidir sobre el hecho de que, aunque es verdad que la investigación del cáncer de mama está avanzada, los tratamientos son aún muy agresivos. En este sentido, considero que hay que seguir apostando para la investigación de la enfermedad con todas sus tipologías.