Hace unos días salí de fiesta con un grupo de amigas y alguien me drogó. No recuerdo nada de esa noche, solo se que al día siguiente me desperté encontrándome fatal. Mis amigos me contaron que no parecía yo, que había vivido momentos de pánico y mucha agresividad y no eran capaz de mantenerme quieta. En ese momento, lo entendí todo.

Recordé que un chico nos había ofrecido una copa y, pese a que ninguna de mis amigas ni yo aceptamos, pude hacerme una idea de lo que había pasado. Dada las circunstancias, mi madre que es enfermera, decidió hacerme una analítica. Y, en efecto, los resultados dieron positivo en droga.

Denuncié los hechos públicamente a través de mi perfil en RRSS y me sorprendió darme cuenta que mi historia no era un caso aislado. Fueron muchas las chicas que compartieron su testimonio y otras muchas las que me escribieron personalmente contando su experiencia. 

Pese a que tuve que borrar el tweet donde contaba lo ocurrido porque el local me amenazó con tomar medidas legales, el mensaje se ha difundido y, por suerte, muchas chicas saben que deben tener cuidado. 

Me parece lamentable que las mujeres tengamos que salir con miedo y estar alertas toda la noche para evitar que estos actos ocurran. Esto tiene que acabar. Los locales deben poner más medidas de control para evitar este tipo de situaciones.  

Personalmente, creo que deberían ampliar la seguridad a la entrada de los bares o discotecas. No se hasta qué punto es legal, pero aumentar los cacheos podría ayudar. Asimismo, si las copas y vasos incluyesen una tapa, sería más fácil evitar muchos casos de abuso por sumisión química.