Me llamo Vanesa y he sobrevivido a un cáncer de mama.

En el 2018, un día mientras me duchaba, levanté el brazo y me di cuenta de que se me hundía el pezón. Yo tengo el pecho operado, ya que después de tener a mi hija me puse prótesis, por lo que pensé que quizá se me había movido una de ellas. Pasados unos días, al ver que se me seguía hundiendo, decidí ir al ambulatorio.

Una vez allí, pedí que me hiciesen una ecografía o una mamografía, pero como tenía 38 años me dijeron que no era necesario, y me recetaron ibuprofeno durante una semana para que se me bajase la inflamación. Como no me quedé tranquila, insistí en que me solicitasen alguna prueba y, finalmente, me realizaron una ecografía.

Mientras me la hacían, me adelantaron que no pintaba bien, ya que se veía un pequeño bulto. Al día siguiente me practicaron una biopsia y en 15 días me confirmaron que padecía cáncer de mama. Como el bulto parecía pequeño, de aproximadamente 1 cm, me explicaron que el protocolo a seguir consistiría en extraérmelo mediante cirugía, pero sin someterme a quimioterapia y radioterapia.

Ya en quirófano, vieron que el tumor medía 5 cm, por lo que tuvieron que quitarme todo el pecho afectado(aunque me dejaron la prótesis) y 14 ganglios. Una vez recuperada, recibí quimioterapia durante seis meses y radioterapia durante uno. Al ser joven y haber tenido un tumor tan grande, tenía riesgo de desarrollar tumores en el útero y en los ovarios, por lo que me practicaron una histerectomía radical. A día de hoy, estoy siguiendo un tratamiento hormonal y me están reconstruyendo el pecho poco a poco.

Si bien he podido salir adelante, fue una época dura que me ha dejado secuelas. Por todo esto, me dirijo al Parlament de Catalunya, con el objetivo de que destinen más recursos a la investigación del cáncer ginecológico y a su diagnóstico precoz, el cual pasa, en primer lugar, por bajar la edad mínima para la realización de pruebas.