Me llamo Victoria, tengo 45 años, resido en Sevilla y tengo TDAH. Me dieron el diagnóstico a los 44 años, pero desde mi niñez, aproximadamente desde los 6 años, era muy habladora, distraía a mis compañeras, siempre recibía regañinas y castigos y tenía continuos fracasos a nivel escolar.

Hace un año, llevaba tiempo notándome mal pero, los últimos seis meses la cosa empeoró. Los despistes se producían continuamente, fallos de memoria a corto plazo (a largo plazo los he tenido siempre), problemas con la conducción por distracciones, pérdida de peso considerable y cansancio extremo;  éstas dos últimas cosas fueron las que me preocuparon realmente y  acudí al médico internista para que, por primera vez, me hicieran una analítica (no he pisado antes un médico a no ser que fuese por urgencias). A la médico le preocupó, y aunque le mencioné mi sospecha de TDAH desde pequeña, quiso descartar cualquier problema grave haciéndome todo tipo de pruebas. Una vez descartada cualquier anomalía en los resultados, me derivó al psiquiatra.

Al primero al que asistí, achacó todo a una situación de enfermedad por covid grave de mi hermano y al tener que hacerme cargo sola de la empresa, pero yo sabía que el problema no sólo lo tenía en el trabajo, también en mis ratos de ocio

Cuando no recibía medicación, eso lo complica todo en mi día a día; desde que te levantas de la cama, tu vida es como una gymkana, en mi caso, es el momento de más hiperactividad y como mi cabeza no está centrada, doy 20 vueltas a la casa, bien porque cuando vas a coger algo, a mitad del trayecto se te ha olvidado lo qué ibas a hacer, o bien porque estás haciendo algo pero se te cruza lo que sea que llame tu atención y dejas lo que estés haciendo a medias. Algo que me ocurre a diario, es que voy con el tiempo justo, estoy recogiendo la cocina, y al ir a guardar un (túper), veo que están desordenados en el armario, me pongo a emparejarlos de forma inmediata, ordeno hasta el último milímetro de la balda.

En el trabajo es muy complicado, cualquier estímulo externo como el teléfono, la conversación de otra persona que entre en la oficina, una obra en el edificio de al lado o la música de un coche al pasar, hace que seas incapaz de concentrarte en la tarea que estás realizando. Además, tiendo a revisar muchísimo los mails que redacto, tengo que asegurarme 20 veces de que lo he mandado y a los destinatarios necesarios; vivo con una inseguridad constante. A esto se le une que las personas con TDAH, tenemos un cerebro que no funciona bien, por lo que las tareas que requieren mucha concentración, tendemos a dejarlas de lado hasta que llega esa fecha límite y ya no hay remedio, siempre trabajamos a contrarreloj; nos cuesta enormemente priorizar tareas, y hacemos cosas como comprar de forma compulsiva.

Respecto a la atención médica, la recibo tanto por parte de la seguridad social como por la sanidad privada; el diagnóstico me lo dieron por esta última y los he ido compaginando. Últimamente los plazos de la privada en lo que respecta a psicólogos, psiquiatras son casi los mismos que la pública.

La mayor carencia que hay tanto en la Sanidad pública como en la privada, es un protocolo escueto y claro de las pautas a seguir en caso de sospecha de esta enfermedad. Como anécdota, en una de las consultas llegó a preguntarme el médico que dónde me mandaba si el TDAH en adultos no se daba. Las ayudas económicas en mi caso no las he necesitado, pero la mayoría de gente que conozco TDAH ha tenido que pagar por el diagnóstico (el coste es elevado), pagarse las terapias etc.

Necesitamos apoyo económico y que se nos trate como al resto de enfermedades; es fundamental una inversión para impartir cursos, terapias grupales talleres… para adultos y en mi comunidad lo que buscado de forma gratuita y no hay NADA. Este trastorno puede desembocar en otras cosas como adicciones al juego, a las drogas, al alcohol… Queremos visibilidad para evitar caer en estos problemas; el TDAH no solo afecta a los que lo padecen, sino también a todos los que nos rodean.