Hola, soy Vivian Stornelli, tengo 34 años y vivo en Bogotá. En 2017 me diagnosticaron una insuficiencia renal. Empecé a ganar mucho peso y a tener dolores de cabeza muy fuertes. El doctor que me atendía me dijo que me veía inflamada y me ordenó sacarme unos exámenes de creatinina. Cuando le mostré los resultados, me dijo que tenía una insuficiencia renal muy grave. Así que me mandaron de urgencias al hospital y allí estuve internada tres semanas. No pudieron determinar el origen de la insuficiencia: no era lupus ni tampoco vasculitis. Y cuando llegué al hospital ya era demasiado tarde, porque había perdido la función renal por completo. Tuve que entrar en diálisis de inmediato.

En mayo de 2019 entré en lista de espera para trasplante de riñón. Hay personas que soportan bien la diálisis mucho tiempo, pero hay otras a las que las desgasta mucho. Y mi caso es uno de ellos. En septiembre de 2020, en plena pandemia, me diagnosticaron una insuficiencia cardíaca congestiva, y, aunque ya estoy en recuperación, mi corazón está muy débil. Esa insuficiencia me causó hiperparatiroidismo, es decir, un exceso de la hormona paratiroidea, que, a su vez, quita calcio a mis huesos. Por eso ahora los tengo debilitados y deformes. Además en los últimos meses, me fue diagnosticada una enfermedad inflamatoria en la piel.

Cada semana debo asistir a una o dos citas médicas, ya sea con el cardiólogo, con el nefrólogo o con el genetista. Y debido a mi condición, tuve que dejar de trabajar: yo era gerente administrativa de una firma de abogados y era consultora de estrategias de mercadeo. El trabajo que tenía era muy exigente para mí, ya que mis jornadas podían empezar a las seis de la mañana y terminar a medianoche. Ahora tengo una pensión por discapacidad, que es mi única entrada económica.

En Colombia, la donación de órganos no se toma en serio. La mayoría de la gente no conoce el tema, no sabe qué pasa con los órganos donados, no tiene idea de qué le pasa a uno como paciente o de qué necesita. La donación en el país es muy baja, y el año pasado, por la pandemia, vimos que disminuyó en un 50% en comparación con años anteriores. Eso hace que, por ejemplo, en mi caso, la duración en la lista de espera vaya a ser más larga que los dos años y medio que me dijeron en un principio. 

Creo que el Instituto Nacional de Salud y las secretarías de Salud locales deberían hacer campañas serias, de gran alcance y constantes para sensibilizar a la gente sobre la importancia de donar órganos. Que involucren a las empresas, a los colegios, de la misma forma en que hay campañas a favor de la vacunación. En Colombia hay más o menos 3.000 personas esperando un trasplante. Si aquí hubiera costumbre de donar, las listas de espera se moverían mucho más rápido. Aquí se tendría que seguir el ejemplo de España, un país que es potencia a escala mundial en trasplantes. Si en Colombia se hicieran campañas como las que se hacen allá, creo que tendrían mucho éxito.

Por ese motivo lanzo esta campaña: para pedir al Congreso de la República y a las autoridades de Salud del país que impulsen y difundan campañas de sensibilización de gran impacto para que la donación de órganos se convierta en una costumbre en Colombia. Entre todos podemos ayudar: si esta petición obtiene 350 firmas, será presentada a los congresistas para que la respondan en la página de Osoigo. ¿Me poyas con tu firma? No toma más de un minuto. Y después, difundamos este testimonio por WhatsApp, redes sociales y todos los medios posibles. Si unimos las voces, podremos crear conciencia de que donar órganos es donar vida. ¡Mil gracias!