Me llamo Zoraida, tengo 35 años y estoy superando un cáncer de ovarios.

En agosto del año 2020, fui a una clínica privada a realizarme una ecografía. Seis meses más tarde, acudí al mismo centro para realizarme otra revisión. En los resultados observaron que tenía dos masas adheridas a cada uno de los ovarios que no recibían riego sanguíneo. Durante los dos meses siguientes, estuve acudiendo al médico cada dos semanas para ver como estas evolucionaban. Al no haber modificaciones, me derivaron a un hospital de la Seguridad Social.

Al poco tiempo me llamaron, me realizaron otra ecografía y me solicitaron un TAC con contraste, ya que lo que observaron era muy extraño. A los cuatro días, me confirmaron que padecía cáncer en los dos ovarios, un tipo de cáncer conocido como  “la muerte silenciosa”, al no presentar ninguna sintomatología específica.

Diez días más tarde ya estaba ingresada en el hospital. Me practicaron una histerectomía radical y me extrajeron el epiplón y parte del intestino. Tras el período de recuperación, empecé a recibir quimioterapia adyuvante, dividida en seis ciclos administrados cada 21 días.

Ahora estoy pendiente de que me llamen para realizarme un nuevo TAC de contraste y comprobar que no hay más células malignas.

A lo largo de este proceso, me ha resultado muy complicado contactar con mujeres que estuviesen pasando por mi misma situación, algo que probablemente se deba a falta de información que existe sobre esta enfermedad.

Por ello, con esta iniciativa, pido a las Cortes Valencianas que destinen más recursos a la visibilización del cáncer de ovario, así como a la inclusión de las analíticas tumorales en los exámenes médicos comunes.