Pregunta para Congreso del Estado de Querétaro
Soy Georgina Lara, desde hace un año no veo a mis dos hijos, pero lucharé en juzgados y en todos lados para que regresen conmigo. ¿Qué hacen las autoridades para evitar la alienación parental y proteger a la niñez en casos como el mío?



Mi nombre es Georgina Lara Flores, tengo 36 años y empecé un juicio de divorcio en el año de 2018, en donde se me otorgó la custodia provisional de mis dos hijos menores (Santiago, de 6 años de edad, y Juan Pablo, de 4 años).
Mi expareja y yo habíamos mantenido acuerdos comunes, apalabrados y de buena voluntad para que siguiéramos conviviendo ambos con los niños. Sin embargo, el día del padre del año 2020, mi expareja me pidió pasar esa fecha con nuestros hijos, y yo accedí. Cuando llegó el día en que los niños tenían que volver a casa, él se negó a regresarlos y muchos meses después me percaté de que había aprovechado para quitarme la custodia de ambos.
No los he vuelto a ver desde entonces, y con lo poco que he podido hablar con ellos, he notado que están siendo manipulados y que nuestro vínculo se está rompiendo.
Mi expareja ya había decidido pelear por la custodia de mis dos hijos, empezando una serie de acusaciones en contra mía, tanto de maltrato físico como psicológico hacia ellos. Al respecto, mis hijos tuvieron citas con médicos legistas, y después de varias evaluaciones no obtuvo más que una negativa, y mis hijos provisionalmente podían seguir conmigo.
A pesar de lo que haya pasado en la relación yo siempre he sido consciente de que ambos somos los padres de Santiago y Juan Pablo para toda su vida, y que somos formadores de ellos para toda su vida, y que el tema del divorcio no tenía por qué perjudicar la relación de ellos con su papá.
Jamás, en ningún momento, se le negaron convivencias o llamadas al padre de mis hijos, a pesar de que el juez había decretado convivencias cada 15 días, muchas veces él no podía empatar bien sus tiempos y llegamos a común acuerdo (apalabrado y de buena voluntad) de que en vez de dividir las vacaciones, mis hijos pasaran vacaciones de verano y decembrinas con él, así con esto poder compensar el tiempo, y que disfrutaran tanto de su padre como del entorno familiar.
No obstante, durante estas visitas y lapsos en los que mis hijos estaban con su papá, mi expareja dejaba de responder el teléfono, teniéndome en un constante estado de estrés y ansiedad, muchas veces tuve que ponerme en contacto con amistades y familiares de él para así poder llegar a mis hijos y saber cómo estaban.
Lo mismo pasó esa última vez que se los llevó. Dejó de contestarme y tiempo después nos dimos cuenta de que había planeado todo para cambiar la custodia y asegurar que yo se los había entregado voluntariamente.
Todo este año ha sido muy difícil, puesto que entre la pandemia y el trabajo burocrático no he podido ver a mis hijos, no han dejado que yo conviva con ellos más que en videollamadas, se les ha hecho entrevistas psicológicas por parte del DIF a los niños, sin encontrar pruebas que respalden las acusaciones de mi expareja.
El vínculo fraternal con mis pequeños está sufriendo una ruptura no solo conmigo, sino también con mi hija mayor, de 13 años, quien ha resultado muy afectada por todo esto y por no poder ver a sus hermanos.
Mis dos pequeños han sido alejados de mí, de su núcleo familiar, de sus actividades, están lejos de su hermana, dando como resultado un enojo en ellos, pues para ellos, y por las conversaciones que ellos tienen día con día “su mamá los abandonó, su mamá no quiere ir por ellos”. Están siendo víctimas de placebos, para callar sus voces, para callar su corazón, el dolor que llevan, para simplemente darles “entender” que allá están mejor, y que si se portan bien obtienen las cosas que quieren.
Fueron alejados de la atención al 100% de su madre, están expuestos al cuidado de una persona adulta mayor, que no cuenta con las capacidades ni físicas ni mentales para el cuidado de mis hijos, ya que su padre tiene un trabajo muy demandante que le impide estar al cien por ciento con ellos.
Lo que yo pido y deseo es que me dejen ver a mis hijos, que velen por su seguridad, por su bienestar físico y emocional. Por ello, lanzo esta campaña, para pedir a las autoridades del Congreso de Querétaro que escuchen mi voz y legislen en favor de las niñas y niños que estén en situaciones parecidas a la de mis hijos.
Creo que entre todos podemos ayudar: si recogemos 500 firmas en esta petición, los representantes políticos me responderán en la página de Osoigo. Y difundamos este testimonio con nuestros contactos de WhatsApp y redes sociales, para que muchas personas lo puedan respaldar.
¡Muchas Gracias!